Amenhotep IV declaró que sólo existía un dios: el Sol, Aten. Trasladó la capital de Egipto a una zona desierta que denominó "el horizonte de Aten".
También es conocido como Akhenatón, Ecnatón, Ijnatón o Amenofis IV, nombre helenizado. La transcripción de los jeroglíficos de su primer nombre de Trono y de nacimiento es Nefer-Jeperu-Ra Amen-Hotep.
Fue hijo de Amenhotep III y de la reina Tiye. Sucedió a su padre tras la prematura muerte del príncipe Thutmose, sucesor por orden de primogenitura, prácticamente a la vez que la de Amenhotep. De hecho, no figura como heredero en ningún documento ni monumento de la época de su padre.
Durante los primeros cinco años de su reinado no acaeció ningún problema, se estaba gestando el cambio. Se mantuvo en Tebas, y levantó varias construcciones. Entre las obras edificadas en este periodo ya surgen algunas dedicadas a Atón, simbolizado por el disco solar, y como novedad artística: la nueva técnica de utilizar bloques pequeños de piedra caliza, que facilitaba su transporte y construcción.
Para oponerse al poder de la hegemónica clase sacerdotal, Ajenatón generó una reforma religiosa en torno a un nuevo culto monoteísta, el atonismo, en torno a un Dios-Sol (como lo era anteriormente Ra) único, llamado Atón. Atón se simbolizaba con un gran disco solar alado, del que salían brazos en disposición radial, que acababan en manos con el signo anj de la vida, para recoger las ofrendas, dando a cambio luz y vida). Se representaba con una serpiente. El faraón era el único profeta de Dios e intermediario ante los hombres. (Quizá este fue el comienzo de la primera religión monoteísta.)
Para iniciar su revolución buscó apoyo del clero de Heliópolis. Ordenó cerrar todos los templos del dios Amón. A los sacerdotes les quitó los privilegios y confiscó todas las posesiones de los templos. Como sumo sacerdote de Atón, no aceptaba la autoridad del sumo sacerdote de Amón, que tenía el título de Jefe de los sacerdotes de todos los dioses y un gran poder político, y también suprimió el culto a Osiris, ya que el destino en el Más Allá dependía de la lealtad al faraón. Pero el pueblo seguía adorando a los dioses antiguos. Atón era un dios universal, creador de todas las cosas y anterior al mundo. Su culto no enraizó en el pueblo ya que incluso en la propia capital se han hallado estatuas de otros dioses instaladas en esa época.
Erigió una nueva capital en el desierto, Ajetatón, que significa ‘el horizonte de Atón’ o ‘próxima a Atón’ (actualmente sus ruinas son conocidas con el nombre árabe de Tell el-Amarna). La ciudad quedó consagrada al dios Atón. Allí se retiró Ajenatón para adorar a su dios. Hizo construir templos con grandes patios, ya que el culto solar debía hacerse al aire libre.
Con el cambio de religión promovió también un cambio en los usos artísticos, por el que las representaciones humanas se volvieron mucho más realistas y se abandonaron las convenciones usadas hasta entonces (pero que se volvieron a usar después de la muerte de Ajenatón).
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martes, 16 de octubre de 2007
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