Dos semanas después de la tragedia del 11 de Septiembre, unas agencias de noticias de Nueva York y Florida se convirtieron en objetivos de los primeros ataques de guerra biológica en la historia de Estados Unidos, al recibir cartas contaminadas con ántrax. Poco después, destacados senadores recibieron también sobres contaminados. En pocas semanas, murieron cinco personas, otras 17 enfermaron gravemente y miles quedaron expuestas a la bacteria. El segundo grupo de cartas contenía ántrax refinado que sólo podría haber sido preparado por científicos en entornos sometidos a un estricto control. El descubrimiento más alarmante fue que se trataba de una variedad del tipo Ames, durante largo tiempo protegido por el departamento de defensa biológica de Estados Unidos y que estaba bajo su control. ¿Puede el FBI resolver este misterio? ¿O está demasiado ansioso por proteger a su gobierno de preguntas sobre científicos sin escrúpulos y sobre un programa de armas biológicas que supuestamente se suspendió en 1972?
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lunes, 15 de octubre de 2007
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