La vuelta al mundo del Voyager

El 14 de diciembre de 1986, antes del amanecer, un curioso avión aterrizó torpemente en una inmensa pista en el desierto de California. Provisto de una envergadura mayor que la de un 727, el avión vacío apenas pesaba 900 kilos. El inconformista diseñador de aviones, Burt Rutan, ingeniero aeronáutico, lo había diseñado para que volara sin escalas alrededor del mundo. Con su hermano Dick, piloto de caza condecorado, al mando del avión, había llegado la hora de la verdad: la culminación de seis años de trabajo. El Voyager era un aparato asombrosamente complejo, el diseño más radical de Rutan. Sin embargo, una vez en el aire, todavía quedaban nueve días de peligrosas y mortales experiencias en un intento de establecer el mayor récord de aviación. Durante el trayecto, hubo que hacer frente a las malas condiciones atmosféricas y a la falta de sueño, además de a la escasez de combustible cuando faltaba poco para concluir el viaje.

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